lunes, 11 de octubre de 2010

MI ÚLTIMO DÍA EN EL ZOO


El gorila me miraba, a los ojos. Nunca nadie me miró de aquella manera a los ojos.
Su gesto era más de ira que de angustia. Era tan expresivo que los pelos se me tornaron como escarpias y no pude más que sentirme culpable.
Le tenía a menos de un metro y fuí consciente de que ninguno de los dos debíamos estar allí.
Mientras aquellos minutos me atravesaban la retina hasta grabarse a fuego en lo más profundo del cerebro, labrando junto con otras experiencias lo que sería mi futura vida, otros niños paseaban entre nosotros sin ser conscientes de todo lo que allí estaba suceciendo...
Un momento tan duro, tan simple y tan decisivo... Uno de los niños le miró y empezó a golpear el cristal que nos separaba intentando llamar su atención. Otros le imitaron hasta que todo el pasillo se volvió eco de todo aquel alboroto.
Angustia, sufrimiento, esclavitud, tristeza profunda... sentía lo que él y empecé a gritar, esperando que se callasen, que lo dejasen tranquilo y a su vez él lebantó sus enormes brazos y empezó a golpear el mismo cristal hasta que todos sentimos su mismo temor y los dos gritamos al unisono, cada uno en su idioma, para que parase todo aquello.
Los niños cesaron el ruido y conmocionados comenzaron a reir.
Yo comencé a llorar...

Tenía 12 años cuando comprendí que el zoo era una carcel de inocentes

LOS PRIVILEGIADOS

Vive bien. Está en una lujosa casa, come de los mejores manjares jamás vistos y tiene un lindo jardín.
No puede salir a la calle, pero ¿De una casa así quien quiere salir? Su protector a veces la da un guantazo, pero no olvidemos que hay niños que mueren de hambre y que hay familias que no tienen ni un techo donde cobijarse.
Debe estarle agradecida por todo lo que le proporciona a cambio de un simple guantazo... Al fin y al cabo el hombre soporta mucha tensión por su trabajo y necesita un desahogo. Es lo único que le puede ofrecer a cambio… Eso y permitir que la viole cuando lo necesite.
Ella sabe que no vivirá todo el tiempo que su especie la permite, sino que un día él la terminará matando. Seguro que incluso termina soltando una lágrima cuando lo haga, porque es imposible no cogerle cariño a la persona que ves todos los días. Prometió hacerlo de la manera más humana y digna posible. “Tendrás una muerte digna” le dijo mientras le acariciaba el pelo. Ella tiene una bonita casa, cariño, comida deliciosa y una blandita cama donde dormir.
No para de recordar a esas niñas su familia venden por una nevera, condenándolas a una vida de prostitución, soportando constantes maltratos y vejaciones hasta que alguien decide que su vida a terminado y encuentran su cuerpo, en descomposición, a los dos días tendido en una cuneta cercana a un club de alterne… Debe de estarle agradecida y soportar las violaciones, los maltratos y la seguridad de que, a pesar de su belleza y juventud, a penas la queden dos años de vida… o dos días, según él decida. Es de las afortunadas.

Cuando hablamos de humanos nos resultan tremendamente injustas y horribles determinadas situaciones que en los demás animales decimos estar justificadas, a pesar de que tanto animales humanos como no humanos tenemos el mismo interés en vivir y no sufrir, en disfrutar de nuestra libertad y no ser perjudicados, porque sentimos por igual y sufrimos por igual.

Ahora se escucha “Pero si solo es una vaca” antes se escuchaba “si solo es una mujer”

http://www.igualdadanimal.org/antiespecismo
http://www.vivevegano.org/